Esta increíble historia ocurrió un 24 de noviembre de 1971.
DB Cooper decidió comprar un billete de avión. Se trataba de un vuelo de Northwest Orient Airlines que partiría de Portland y cuyo destino era Seattle. Solo 36 pasajeros y 4 tripulantes ocupaban la aeronave. Una vez el avión despegó y se estabilizó Cooper decidió pedirse un bourbon con soda mientras se encendía su primer cigarrillo.
Apuraba sus últimas caladas cuando llamó a la azafata y le introdujo una nota en el bolsillo. Florence Schaffner, de solo 23 años, sonrió sin ganas cuando vio que un desconocido le metía un papel manuscrito en su uniforme.
La joven creía que aquel hombre de traje impecable y corbata negra le estaba haciendo algún tipo de proposición indecente…. pero ni mucho menos: cuando leyó la nota, entendió que se trataba de una cuestión de vida o muerte. “Siéntese a mi lado sin hacer ningún tipo de gesto, en mi maletín hay una bomba que haré estallar si no me hace caso«.
La auxiliar de vuelo, asustada, se sentó al lado de Cooper. Al hacerlo, descubrió una maleta llena de cables, ante lo que atendió a las exigencias del hombre: ‘Os dejaré aterrizar con vida en Seattle si a cambio me conseguís 200.000 dólares en billetes de 20 y cuatro paracaídas.

Schaffner acudió a la cabina del piloto con las exigencias del pasajero, El capitán decidió acceder al chantaje del secuestrador y se puso en contacto con el aeropuerto de Seattle. Después de una larga conversación decidieron que complacerían los deseos de Cooper a cambio de que liberase a todos los pasajeros.
Tras aterrizar en Seattle, como se había acordado, todos los pasajeros bajaron del avión sanos y salvos. Todos, menos Cooper y la tripulación.
A continuación, una nueva azafata accedió al avión, traía con sigo una bolsa cargada con el dinero reclamado por Cooper y los 4 paracaídas.
¿Por qué quería DB Copper 4 paracaídas? Podemos pensar que su objetivo era estrellar el avión? ¿O quizá sólo quería asegurarse de que no le dieran uno trucado para que no se abriese? Quizá esta sea la opción mas fiable, fue muy listo y pidió 4 haciendo creer a la policía que no sólo él saltaría, si no que la tripulación también tendría que hacerlo.
Cuando la aeronave estuvo solo ocupada por la tripulación, Cooper los reunió y les indicó lo que debían de hacer: iniciar un viaje con destino a Ciudad de México, con órdenes exactas que comprendían incluso la altura a la que debían volar, su velocidad, de que manera llevar los flaps y su posición.
Ya era plena noche cuando el avión comenzó su nuevo vuelo. Piloto y copiloto se encontraban dentro de la cabina del avión, mientras la azafata observaba cómo Cooper se ataba al cuerpo los fajos de billetes. Cuando terminó la operación, le solicitó que se encerrara junto a sus compañeros en la cabina.
A más de 3.000 metros de altura, en un lugar indeterminado entre Seattle y Reno, el ladrón saltó sobre las montañas del estado de Washington.

Tras descubrir lo ocurrido, la tripulación dio la voz de alarma a las autoridades: en este momento comenzaba su búsqueda.
Al comienzo de la investigación la policía se llevó una gran sorpresa: no sabían absolutamente nada sobre el ladrón. El nombre con el que reservó el billete de avión, Dan B. Cooper, era falso.

La policía trazó en un mapa la zona en la que debería haber caído el ladrón, pero pasaron horas, pasaron días, semanas, meses…. Y no encontraron nada, ni el cuerpo de Cooper ni el dinero.
¿Se había salido con la suya? ¿Había conseguido sobrevivir a un salto de un avión comercial a más de 3000 pies de altura? Durante una de las barridas por la zona se encontró la primera pista: una cabaña en la que había instrucciones para poder abrir la puerta trasera del avión en el que viajaba Cooper, estaba claro que el plan había sido estudiado concienzudamente y también estaba claro que Cooper conocía muy bien la zona en la que salto. El viaje destino Nuevo México no era más que una tapadera para confundir a la policía, él, realmente, quería saltar donde lo hizo, seguramente con el objetivo de poder pasar por esa cabaña donde seguro habría algún vehículo esperando.
Fue en 1980, casi 10 años después del robo, cuando un niño de la zona en la que supuestamente habría caído Cooper se encontró con un paquete de billetes de 20 dólares en descomposición flotando en un río, los billetes sumaban una cantidad de 5.800 dólares. Tras llevarlo a la policía, esta confirmó que la numeración de serie de los billetes se correspondía con las que se le entregaron a Dan B. Cooper en 1971.

Con esa pista, consiguieron encontrar trozos del paracaídas y de su corbata en una zona cercana… pero nada más.
Muchos sospechosos, pero ninguna certeza. Tras más de treinta años con el caso abierto, las autoridades nunca llegaron a descubrir de quién se trataba ni, mucho menos, dónde se encuentra. D. B. Cooper continúa siendo el mayor ladrón nunca descubierto y, ahora, el FBI ha decidido cerrar el caso ante la falta de pistas concretas.
¿Sobrevivió al salto? ¿Sigue vivo? Y, si lo hizo, ¿qué pasó con el dinero? Varios libros ‘revelan’ la identidad de D. B. Cooper, pero lo cierto es que solo son especulaciones: a día de hoy, nadie sabe quién es o si sigue vivo.

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