COCA COLA
La bebida más popular de la historia se descubrió accidentalmente en 1885. El responsable de este exitoso accidente fue John Pemberton, un farmacéutico estadounidense.
Todo comenzó en Atlanta en el año 1880, Pemberton vendía un jarabe hecho de vino y extracto de hoja coca bajo el nombre de “Vino francés de coca de Pemberton”, el cual se usaba como una cura para dolores de cabeza.

Atlanta prohibía la venta de alcohol, así que Pemberton creó una versión basada puramente en la coca del jarabe mezclada con agua carbonatada eliminando así el vino francés. El resultado fue una gaseosa perfecta, un tónico que pasó a llamarse Coca Cola.
A día de hoy Coca-Cola mantiene la versión oficial de su receta en una cámara de seguridad en Atlanta, bajo una clave que sólo conocen 2 empleados.
HORNO MICROONDAS
El ingeniero Percy Spencer descubrió el horno microondas cuando trabajaba en un generador de frecuencias, llevaba una barra de chocolate en su bolsillo y al momento de comérsela se dio cuenta que estaba derretida. Fue así como Spencer decidió repetir la experiencia, ¿si se podía cocinar tan rápidamente una barra de chocolate, por qué no probar con otros alimentos? Y eso hizo, primero con un huevo y después con un poco de maíz, obteniendo las riquísimas palomitas!

En este año se comercializaron los primeros hornos pero eran muy grandes, aproximadamente de 1,60 m de altura y 80 kg de peso, además, su precio era muy elevado, un promedio de 5.000 dólares cada uno, por lo que solo algunos restaurantes lo adquirieron.

En los años 70 Spencer diseñó una caja metálica con una abertura en la que introdujo energía en forma de microondas en el que la temperatura del alimento aumentaba rápidamente. Este fue el inicio de una revolución a la hora de cocinar. Hoy más de 200 millones de microondas se usan en todo el mundo.
MARCAPASOS
Más que por accidente, este fue un descubrimiento por error. Todo sucedió cuando en la década de 1950, Wilson Greatbatch procuraba construir un oscilador para grabar los sonidos del corazón. Por error, Greatbatch quitó una resistencia de una caja y después de armar todo el dispositivo incorrectamente y probarlo, notó que emitía un pulso eléctrico rítmico, el cual permitió la creación del marcapasos.

El primer marcapasos interno tan solo duró 3 horas funcionando, pese a ello, fue el inicio de los marcapasos tal y como los conocemos hoy en día. Poco a poco mejoró su diseño, pero el hándicap seguía siendo la duración de las baterías, hasta que en 1971 el mismo Wilson Greatbatch ideó la celda de yoduro de litio, y puso solución al problema.

En la actualidad este inconveniente está más que superado, y la vida de los marcapasos oscila entre los 5 y los 10 años
PENICILINA
La penicilina se descubrió prácticamente sin querer. En la mañana del 28 de septiembre de 1928, el gran Alexander Fleming, desordenado y olvidadizo, cambió la medicina moderna y salvó miles de millones de vidas por accidente. Fleming se había ido de vacaciones olvidando una serie de placas de petri con cultivos de bacterias que dejó al aire libre en el laboratorio, cuando volvió, la placa estaba llena de moho y cuando las miró al microscopio por simple curiosidad, descubrió que el moho había matado a las bacterias. Este moho estaba compuesto de hongos de Penicillium.

En los años 40 empezó a utilizarse en todos los hospitales ingleses y la revolución fue total, hasta esa época cualquiera podía morir por una simple infección creada por un arañazo. Gracias a al desorden y olvido de Fleming hoy en día las infecciones han dejado de ser un problema mortal.

VELCRO
El velcro fue inventado por un George de Mestrel, un ingeniero suizo que tras un largo y duro día de caza por las montañas observó al regresar a su casa que tanto su ropa como su perro estaban llenos de flores de bardana.
Cuando fue a sacudirse las molestas bolitas comprobó que eran muy difíciles de despegar por lo que su extrema curiosidad hizo que las observase en un microscopio.
A través de los aumentos del microscopio comprobó cómo los pinchos que tenían estas flores no acababan en punta, sino que finalizaban en una especie de pequeño garfio, lo que hacía que se enganchasen con tremenda facilidad a la ropa y al pelo.

En ese instante pensó que a raíz de ese descubrimiento podría crear un sistema de 2 tiras con diferentes materiales, una de ellas con unos “ganchitos” de nailon y en la otra unas fibras enmarañadas de tal manera que con una pequeña presión sobre ambas se consiguiese un cierre perfecto.

Finalmente se patentó el invento en 1955, siendo tal su éxito, que al poco tiempo ya se fabricaban más de 60.000 kilómetros de velcro al año.
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